Nadie pone en duda del efecto beneficioso que tiene la práctica de ejercicio físico regular sobre nuestra salud cardiovascular. Sin embargo, es bien conocido que la práctica deportiva supone una exigencia hemodinámica que, en ocasiones, puede ser inasumible para corazones con enfermedades de base (muchas veces desconocidas por el propio deportista), y desembocar en arritmias cardiacas graves, potencialmente mortales.

En base a esta potencial fatalidad, se han propuesto medidas como la valoración médica de los deportistas por sistema, con el objetivo de detectar enfermedades que puedan suponer un riesgo vital durante la realización de ejercicio físico, en especial cuando éste sea intenso o extremo. Aunque sigue habiendo gran controversia por la financiación y los recursos económicos disponibles para llevar a cabo estos programas de evaluación sistemática, actualmente hay consenso en que al menos se debe hacer una evaluación cardiológica. Sin embargo, aún se debate sobre cuál es la exploración óptima en este tipo de evaluación. De hecho, en Estados Unidos únicamente se recomienda una anamnesis y un examen físico dirigido, mientras que en Europa se recomienda o se incluye la realización de un electrocardiograma. Aun así, dentro de Europa, distintos países aplican diferentes normas en cuanto a las pruebas complementarias mínimas que se debe aplicar a los deportistas de competición, que incluyen desde el electrocardiograma hasta la prueba de esfuerzo o la ecocardiografia obligatoria.

¿Es recomendable la realización de un ecocardiograma?.

El ecocardiograma es una prueba diagnóstica fundamental porque ofrece una imagen en movimiento del corazón y aporta información sobre la forma, tamaño, función, fuerza del corazón, movimiento y grosor de sus paredes y el funcionamiento de sus válvulas. Gracias al uso de los ultrasonidos para obtener las imágenes, el ecocardiograma es inocuo ya que no irradia al paciente (como sí pueden hacerlo otras pruebas como las radiografías, TAC, etc).y no es doloroso ni produce ningún efecto secundario. Esta técnica permite detectar miocardiopatías, anomalías del origen de las arterias o afección de las válvulas y de la aorta, es decir, las principales causas por las que se puede llegar a desarrollar la muerte súbita.

Además mediante la realización de ecocardiogramas seriados a lo largo de la temporada, nos permite conocer los cambios estructurales que puede sufrir el corazón como respuesta al entrenamiento y valorar si la adaptación es adecuada o no a la modalidad deportiva practicada (hipertrofias, dilataciones, sobreentrenamiento, etc.).